¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

Esta es una pregunta recurrente que el hombre se ha hecho desde la antigüedad. Todas las personas aspiramos a ser felices y para ello intentamos descubrir que es y como alcanzarla. Lo cierto es que cada persona posee una respuesta diferente, una definición distinta; y es en esta disparidad de opiniones es donde reside la dificultad de establecer en que lugar se encuentra. Podemos decir, sin entrar mucho en detalle, que la felicidad es el propósito principal de nuestras vidas, un anhelo de bienestar constante.
La filosofía apoya que el concepto de felicidad no puede desligarse de lo humano y de la experiencia de vivir. La felicidad está ligada al ser, más que al tener. Su búsqueda y reflexión ha supuesto una parte importante de esta materia y muchos filósofos han intentado dar respuestas diferentes a estas incógnitas.
Buda Gautama dijo: "No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino". El budismo dice que esta reside en las experiencias enriquecedoras que se viven para alcanzar el objetivo, ya que una vez conseguimos lo que deseamos la satisfacción es muy breve.
Aristóteles sostenía que la felicidad es un fin universal del ser humano, y no un medio, como a veces creemos. Su satisfacción parte del ejercicio de la virtud como base para la práctica del bien. Él al igual que Platón, dice que la felicidad depende de uno mismo.
Kant decía que la felicidad, más que una elección, es un deber. Uno de los tantos que tiene el ser humano. Esta no depende del destino ni de los demás, sino de uno mismo, de la persona, de su comportamiento y carácter.
Nietzsche, por su parte, defendía que "cuando comprobamos que hemos superado aquello que nos oprimía, es cuando somos felices". Según él, la felicidad es una especie de control que uno tiene sobre su entorno. Cree en la existencia de la llamada voluntad de poder, una fuerza que nos da la vida y que nos ata a ella y que al mismo tiempo la convierte en atractiva; ya que es la que nos hace enfrentarnos a todas las adversidades. 
Creo que la postura con la que estoy más de acuerdo es con la de este último. A mi parecer, solo podemos ser felices si somos más fuertes que aquellas cosas que nos oprimen, que nos alienan, que nos minan, nos preocupan y nos impiden ser felices. Si superamos estas cosas, si somos más fuertes que ellas y no permitimos que nos afecten, podemos llegar a ese estado tan anhelado. En cambio, si somos débiles y sucumbimos a ellas, siempre seremos infelices. Un buen ejemplo podría ser el bachiller y, por consiguiente, el acceso a la universidad. Si vivimos constantemente preocupados por las notas y por si vamos o no a alcanzar nuestra meta, no disfrutaremos de lo que es ser jóvenes. La preocupación excesiva nos oprime y no nos permite disfrutar de lo demás. En cambio, si no nos preocupáramos tanto, si esto no nos quitara el sueño, podríamos ser felices. He de decir que esto es bastante difícil, ya que, debido al sistema educativo, las personas que quieren hacer una carrera con una alta nota de corte, no pueden deshacerse de esta sensación de incertidumbre constante. No quiero decir que nunca sean felices, sino que esta felicidad se ve minada cuando piensan en su futuro.  



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